Las bóvedas de la Iglesia de San Martín de Mota del Marqués (Valladolid)

Las oportunidades de acceder a las bóvedas de una iglesia hasta poder tocarlas son verdaderamente escasas, y hay que aprovecharlas dentro de lo posible. Éste es el caso de la Iglesia de San Martín de Mota del Marqués, en la provincia de Valladolid, cuyas obras de rehabilitación permiten el acceso rápido, cómodo y seguro a unos elementos que, de otra manera, sólo pueden verse desde el suelo, a unos 15 metros de distancia.

El objetivo de este post no es realizar un análisis en profundidad del edificio y de su estructura, trabajo que pretendemos realizar más adelante, sino mostrar una serie de imágenes que de otra manera es imposible obtener. Por supuesto, estas imágenes dan mucha información sobre los procesos constructivos desarrollados por los maestros canteros y sobre el funcionamiento estructural de las bóvedas, pero eso formará parte de un trabajo más profundo y amplio.

La Iglesia de San Martín es obra, en su práctica totalidad, de Rodrigo Gil de Hontañón, tanto en su proyecto como en la dirección de las obras, entre 1540 y 1558.

DSC_0007Vista de las naves desde el presbiterio (Fotografía de Clara I. Justo Alonso)

DSC_0011Vista de las bóvedas del presbiterio y el ábside poligonal (Fotografía de Clara I. Justo Alonso)

DSC_0010Vista de la bóveda central del tercer tramo (Fotografía de Clara I. Justo Alonso)

Se trata de una iglesia salón de tres naves con tres tramos cada una, y cabecera poligonal. Todos los tramos se cubren mediante bóvedas de crucería con terceletes y combados. En los tramos de la nave central, que en planta forman cuadrados de aproximadamente 8 metros de lado, se reproduce un dibujo de crucerías con cuatro lóbulos apuntados hacia los arcos formaros y perpiaños y dos cuadrados tangentes, el exterior ligeramente deformado para formar una estrella. Las fotografías de detalle pertenecen al tercer tramo de la nave central y a las bóveda que cubre el ábside y el presbiterio.

Así, la tracería de la bóveda y los consecuentes encuentros de los nervios dan lugar a la aparición de 17 claves en los mismos, con una decoración de gran colorido, divida en varios grupos temáticos según su ubicación.

IMG_1006r2Detalle de la clave central de bóveda. Tercer tramo de la nave principal

IMG_1128grDetalle de la clave central de la bóveda del ábside (Se ha girado la fotografía para facilitar la lectura de los textos)

En la clave central se muestra un escudo sujetado por dos querubines. En él se distingue un castillo de tres torres, rodeado por cinco flores de lis y bajo el que surge una hidra de siete cabezas, y sobre el conjunto una sencilla cruz griega. En la clave principal del tramo recto correspondiente al presbiterio, previo la bóveda del ábside, se repite el mismo escudo, con un nivel de acabados sensiblemente mayor, ya que se trata de la clave que se encuentra directamente sobre el altar, y con dos inscripciones en latín: POSUIDEUM PROTECTOREM MEUN, que podría significar «el poder de Dios protector mío», e IN HOC + VINCIS, que significa «con esta cruz vencerás» (Ruego a aquel que entienda latín, a un nivel mayor que el que me permiten mis escasos recuerdos de BUP y mi imaginación, que me corrija en el caso de que haya cometido algún error en estos significados).  Se trata del blasón de Don Constantino del Castillo, Deán de Cuenca y Comendador de la Encomienda de Santa María de Castellanos de la Orden Teutónica, que fue promotor y mecenas de las obras.

En torno a la clave central, formando los vértices del cuadrado más pequeño, un grupo de cuatro medallones forman las claves secundarias de los arcos cruceros. Este grupo está formado por cuatro efigies que, probablemente, representen a los cuatro evangelistas.

IMG_1011r2Detalle de la clave secundaria de los arcos cruceros, en el tercer tramo de la nave principal, representando probablemente a San Juan Evangelista

Los terceletes se han trazado en la bisectriz entre los arcos ojivos y los formeros, de forma que en su intersección se sitúan los vértices del segundo cuadrado y se marcan mediante cuatro claves secundarias con motivos florales. Sobre los nervios terceletes, en el punto de intersección con los combados, se forman ocho claves secundarias decoradas con motivos geométricos.

IMG_1038r2Detalle de la clave secundaria en la intersección de los nervios terceletes

IMG_1069r2Detalle de la clave secundaria en la intersección de los nervios terceletes y los combados

En la construcción de este tipo de bóvedas según las reglas de Rodrigo Gil de Hontañón busca la estandarización de los procesos, de forma que las ocho claves que forman la estrella central se encuentran a la misma altura unidas por nervios de directriz horizontal, mientras que el resto de las ligaduras buscan una misma curvatura modificando las alturas de arranque en las jarjas. Así, la estereotomía de las dovelas y, sobre todo, de las claves es muy homogénea y permite una simplificación de los trabajos de cantería.

En la fotografía siguiente se muestra una de las claves secundarias, a la cual acometen hasta ocho nervios. La geometría de dichos elemento debe ser perfecta para solucionar dicho encuentro, a pesar de lo cual, la puesta en obra permite cierta flexibilidad.

IMG_1023rDetalle del encuentro de nervios en una de las claves secundarias

IMG_1073rDetalle de calve secundaria en uno de los nervios terceletes

Como se puede apreciar en la imagen siguiente, la traza y el corte de las claves de la bóveda sobre el tramo recto del presbiterio están mucho más trabajos, coincidiendo con la sección de los nervios principales. De la misma  manera, se puede observar el trazado horizontal del rampante, el nervio central que recorre la bóveda en la dirección de la nave, y la exactitud en el corte de las piezas para el encaje de las secciones de los nervios y en las claves.

IMG_1131rVista de la bóveda sobre el presbiterio.

En definitiva, la posibilidad de acceder directamente a las bóvedas permite la observación de detalles que de otra manera pasarían desapercibidos y el acercamiento al trabajo de cantería de los hombres que lo ejecutaron hace casi 500 años.

 

* Todas las fotografías son obra del autor, con excepción de aquellas en las que expresamente se indica lo contrario. En el caso de que alguien las quiera utilizar, adelante. Se agradecería en cualquier caso que se avisara con anterioridad y se nombrara al autor.

* Nuestros más sinceros agradecimientos a la propiedad y la empresa Valuarte, que está llevando a cabo los trabajos de restauración de las bóvedas, por permitirnos el acceso a las mismas y la oportunidad única de tenerlas al alcance de la mano.

 

BIBLIOGRAFÍA

CASASECA CASASECA, Antonio (1988)  “Rodrigo Gil de Hontañón”. Junta de Castilla y León, Consejería de Cultura y Bienestar Social. Salamanca.

MARTÍN, Rafael, CÁMARA, Leandro y MURILLO, José Ignacio (2013) “La iglesia de San Martín en Mota del Marqués (Valladolid): Proyecto y construcción” en Actas del Octavo Congreso Nacional de Historia de la Construcción. Ed. Santiago Huerta y Fabián Pérez Ulloa, Madrid: Instituto Juan de Herrera, pp.621-630

PALACIOS GONZALO, José Carlos (2009).“La Cantería Medieval. La Construcción de la Bóveda Gótica Españolas” Ediciones Munilla-Lería. Madrid.

VASALLO, Luis y PÉREZ. Sergio (2011) “Rodrigo Gil de Hontañón en Valladolid. La iglesia de la Mota del Marqués para Constantino del Castillo y otras obras” en BSAA Arte nº77. Universidad de Valladolid. pp. 36-62

 

 

El vigía de los Campos de Castilla. El Castillo de Mota del Marqués

Viajando hacia el Norte por la autopista A-6, dirección La Coruña, pocos kilómetros después de pasar Tordesillas (Valladolid), el viajero se encontrará con la vigilante mole de la Torre del Castillo de Mota del Marqués. Aunque en ruinas se trata de uno de los elementos emblemáticos de la arquitectura militar de la época en Castilla. Su situación sobre el cerro que domina, al noroeste del núcleo urbano de Mota del Marqués, un vasto territorio de la llanura castellana le permite ver y ser visto, condición indispensable para el control del territorio.

Su fecha de construcción puede situarse en torno al siglo X, como parte de los núcleos de repoblación que en esa época, aunque probablemente se levantase sobre asentamientos mucho más antiguos, de origen romano o vacceo, habituales en los tesos que dominan los amplios espacios de la meseta. Aunque en un inicio se levanto con propósito eminentemente militar, es muy probable que durante su vida útil albergara otros usos, como el de vivienda.

Dos acontecimientos importantes marcaron la historia del castillo(1): por un lado su asalto por parte de los Comuneros, en torno al año 1520, y por otro el ataque de los franceses en 1812 durante la Guerra de la Independencia. Fue durante el primer suceso cuando la torre sufrió graves daños que la hicieron inhabitable, utilizándose parte de su fábrica para obras en la Iglesia de San Salvador (ahora también en estado de ruina), y el segundo el que certificó su caída y expolio. Se tiene noticia de que en el año 1895 el conjunto ya se encontraba en un estado similar al actual.

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Recorrido de acceso al castillo, desde los restos de la iglesia de San Salvador

La construcción existente, de la que sólo se mantiene en pie parte de la torre del homenaje, estaba integrada en un sistema defensivo más amplio, del que aún puede reconocerse el trazado y algunos restos de los muros defensivos.

Se trata de una torre de planta sensiblemente circular, compuesta por muros de carga de más de tres metros de espesor y cubierta por una cúpula semiesférica. Se trata de una estructura poco habitual, el único ejemplo de torre del homenaje cilíndrica en la provincia de Valladolid   y una de las pocas en Castilla (corríjanme si me equivoco, no soy un experto en arquitectura militar).

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Vista general del castillo de Mota del Marqués

El muro está compuesto por tres hojas: dos de mampuesto concertado de unos 30 cm de espesor al interior y al exterior y un núcleo central de relleno de cal y arena con piedra de tamaño muy variado. Se puede observar la existencia de un pasillo en el interior del muro que, se puede presumir, comunicaba distintos niveles a través de los huecos.

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Vista en sección del muro

La mampostería mantiene un buen aspecto y sólo se ha desprendido en aquellos punto donde las filtraciones, a lo largo de los siglos, han disgregado el material de relleno. Así, la desaparición de esta capa se limita a las zonas «débiles» del muro, como son los huecos que han perdido las piezas labradas de dinteles, alféizares y jambas, y las zonas de contacto con el terreno más expuestas a la humedad por capilaridad.

En la imagen siguiente se puede observar la diferencia entre los huecos expuestos y la pequeña ventana superior que mantiene todas sus piezas. De la misma manera, la humedad por capilaridad afecta sobre todo al interior, donde no existe pendiente que permita el desalojo del agua de lluvia, que permanece empapando los escombros del interior (la cota del suelo original se encontraba por debajo y los aliviaderos se encuentran hoy día prácticamente cegados).

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Estado general del paramento exterior y los huecos

La cúpula está acabada en el intradós en continuidad con el muro, es decir, mediante mampostería concertada colocada de forma concéntrica y acabada en una clave. Presenta dos grietas importantes que nacen el los huecos, como hemos dicho antes los puntos más afectados por la pérdida de material, y se desarrollan hacia la clave pero sin llegar a ella. Habitualmente este tipo de fisuras se producen por pequeñas deformaciones en el apoyo, pero dada la masividad de los muros parece poco probable en este caso. En la zona donde aparecen las fisuras existen importantes manchas de humedad y puede verse luz, lo cual indica que se ha perdido el relleno en los riñones. Por tanto, es posible que esa sección se haya deformado de forma diferente al resto (donde sigue existiendo un importante relleno) provocando la aparición de las grietas.

En cualquier caso, la cúpula en el estado actual ha sido estable durante muchos años y puede continuar así si no continua el desgaste a causa de la acción de los elementos.

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Detalle del estado de la cúpula desde el interior

Seguro que muchos lleváis años viendo la silueta de la torre cuando pasáis con el coche. Os aconsejo que la próxima vez, aprovechando la pausa del bocadillo, paréis a visitarla, no tiene pérdida, es siempre hacia arriba. Si el día es claro la vista de los campos de Castilla es increible… dicen que con suerte se puede ver la Sierra de Gredos…

Sólo un par de consejos: el último tramo de la subida, a pie, es corto, pero complicado (o un poco más largo rodeándola), así que yo dejaría los tacones y las bailarinas y, si abajo hace un poco de fresco, abrigaos, porque allí arriba hace mucho viento.

(1) PÁRAMO GARCÍA, Félix. Mota del Marqués: Historia y Vida. Diputación Provincial de Valladolid, Valladolid, 2005.

* Todas las fotografías son obra del autor. En el caso de que alguien las quiera utilizar, adelante. Se agradecería en cualquier caso que se avisara con anterioridad y se nombrara al autor. Gracias.