Como muchos ya sabréis, por motivos de trabajo estoy pasando una temporada en el Véneto. Tengo la suerte de estar a una media hora en tren de «La Serenissima» y esa es la razón por la que varios de mis próximas entradas del blog estarán dedicadas a ella.
Venecia es, en muchos aspectos, una ciudad única. Muchas ciudades en el mundo tienen una red de canales, en algún caso incluso más extensa, pero ninguna de ellas le ha sacado el partido que han conseguido sacarle los italianos a esta ciudad. En los próximos posts trataré de «desenmascararla», de saber qué la ha convertido en lo que hoy puede visitarse.
La imagen que (casi) todo el mundo tiene es la de la Plaza de San Marcos y el Gran Canal, pero creo que los mayores atractivos de Venecia no son esos. Al menos no lo son para mi, aunque por lo visto miles de personas de todo el mundo no están de acuerdo conmigo. Es en estos lugares donde la ciudad deja de ser «Serenissima» para convertirse en un parque de atracciones, con sus multitudes, sus colas, sus guías turísticos, sus puestos de máscaras de plástico y sus pakistaníes vendiéndote flores (que para eso es la ciudad de los enamorados).
Un apunte: si algún lector está pensando en un viaje romántico con su pareja, que no elija Venecia, porque pasará unas vacaciones estupendas con su pareja… y con un señor alemán de metro noventa, una excursión de jubiladas francesas que bajan de un crucero y los amigos pakistaníes.
Hoy os propongo un paseo por el Sestriere de Santa Croce, que no se encuentra dentro de la zona más turística (aunque, por supuesto, siempre hay despistados) pero que, como veréis merece la pena conocer.
En toda la ciudad la red de canales se intercala con una red de calles, todas peatonales por supuesto, y plazas. El escaso espacio existente para construir implica que tanto las calles como los canales son, en general, muy estrechos y los edificios, en comparación con ellos, bastante altos
Los muros de fachada de muchos edificios son los que forman los propios canales. Esto explica, en gran parte, el estado en el que se encuentran los paramentos, sobre todo en las zonas en contacto con el agua.
La inmensa mayoría de los edificios son de ladrillo revestido. Como es lógico la humedad degrada los materiales a mayor velocidad que en otras ciudades donde las condiciones no son tan agresivas. A pesar de todo, da la sensación de que muchas zonas el mantenimiento se ha dado por perdido… o quizá se mantiene así a propósito, en un intento de mantener esa imagen decadente de la ciudad que (no vamos a negarlo) tiene mucho encanto.
Se trata de una ciudad muy complicada para desplazarse, imposible para personas con movilidad reducida. Como es lógico, no hay pendientes, pero todos los puentes tienen escaleras.
Y desplazarse sin un buen plano es una aventura: calles con curva, pasadizos, calles que sólo son canales y otras que terminan en patios traseros sin salida.
Pero eso no es problema, porque en realidad el encanto de Venecia está en perderse por sus calles estrechas. Si alguien no me ha hecho caso y finalmente hace un viaje romántico, cuando vea en las paredes flechas que le indican «San Marco» o «Rialto» que no las siga… allí les está esperando un crucero entero de japoneses.
En los próximos días iré contando más cosas, no quiero escribir posts demasiado largos, no se trata de eso, sólo de hacer pequeños apuntes de viaje.
Si queréis ver más fotos las iré colgando poco a poco en Flirck.
* Todas las fotografías son obra del autor. En el caso de que alguien las quiera utilizar, adelante. Se agradecería en cualquier caso que se avisara con anterioridad y se nombrara al autor. Gracias.