Venecia: Sobre puertas y ventanas

Cuando se recorre una ciudad como Venecia una de las primeras cosas que llama la atención es la ausencia de tráfico. Aunque se puede decir que sí hay, ya que la gente se desplaza en barcas a motor, la sensación de ruido y de velocidad es prácticamente nula y, de haberla, sólo existe en los canales más grandes.

Una vez comienzas a callejear todo eso desaparece y la relación del caminante con la ciudad cambia. Venecia es una ciudad a escala del hombre, no de la máquina, y la relación de los edificios, las casas y los palacios, es una relación tan cercana que pasa de la vista al tacto.

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Esta relación del interior con el exterior se realiza a través de las fachadas y de sus huecos, de los materiales y de la composición. Y también de los carteles y las pintadas.

Hoy os dejo una serie de imagenes que ilustran esta conexión entre lo privado y lo público.

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Al observar estos huecos hay que tener en cuenta la relación de amor-odio que existe en Venecia entre el interior y la calle. Si os fijáis la mayor parte de los huecos son opacos, o están cerrados. Debe ser bastante complicado vivir en un lugar en el que los huecos están tan cerca de la calle, una calle llena siempre de desconocidos.

La ciudad se desarrolló en un contexto en el que la vida vecinal en la calle era la forma de relación más habitual y, tal y como la conocemos hoy, los espacios siguen siendo los mismos, pero las relaciones sociales no. Se podría decir que prácticamenta han desaparecido.

Probablemente parte del encanto de estas calles laberínticas es precisamente la sensación de encontrarse en un lugar que no es el tuyo, sino el de los vecinos que un dia vivieron en ellas, de ser un intruso.

Poco ha poco Venecia ha ido cambiando y, del escenario de la vida de sus habitantes, se ha convertido solo en eso, un escenario, un decorado para los miles de turistas que la visitan (la visitamos) todos los días.

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Cuando paseas por estas calles estrechas los materiales que componen las fachadas están al alcance de la mano. La percepción de las fachadas ya no sólo llega a través de la vista, sino que el tacto cobra protagonismo.

Es una lástima que en las fotografías el sentido del tacto no sirva de nada. Aún así se ha intentado que la textura y el color den una idea de la realidad.

La degradación de las fachadas nos permite conocer la realidad de lo construido y, en algunos casos, del desarrollo de los edificios a lo largo del tiempo. Como ejemplo, en la fotografía siguiente se muestra un hueco adintelado, pero el desconchón permite intuir la existencia previa de un arco de fábrica que anteriormente formaba el hueco.

 

Como ya apuntaba en el blog anterior, el estado de degradación de las fachadas es generalizado. Es seguro que se debe a un ambiente altamente agresivo, principalmente por causa de la humedad, pero en muchos casos da la sensación de que es, si no voluntario, sí permitido y aceptado por todos como parte del decorado.

Esa sensación de ciudad antigua, decadente, aporta a Venecia gran parte de su encanto. Hablamos de la poética de la ruina, del implacable paso del tiempo y de su acción sobre las obras del hombre. Hablamos de Romanticismo.

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* Todas las fotografías son obra del autor. En el caso de que alguien las quiera utilizar, adelante. Se agradecería en cualquier caso que se avisara con anterioridad y se nombrara al autor. Gracias.

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