En el artículo de hoy voy a hablar sobre una de las intervenciones en el Patrimonio más acertadas que he tenido el placer de visitar: la recuperación de la Antigua Iglesia de San Agustín para su uso como Archivo Histórico Municipal de Valladolid.
La Iglesia de San Agustín formó parte del gran conjunto conventual de los Agustinos a orillas del río Pisuerga desde el 1550, año del inicio de su construcción. A partir de esa fecha se comenzó a levantar por la cabecera, sobre las trazas góticas de Rodrigo Gil de Hontañón, y continuó en estilo clasicista de Diego de Praves, por la nave, las capillas y la portada hasta ser finalizada en torno al año 1627.
Detalle de ábside y del crucero góticos, según trazas de Rodrigo Gil de Hontañón
Durante los siglos XVII y XVIII, el convento y su iglesia gozaron de una posición económica y social privilegiada dentro de la ciudad de Valladolid, pero a partir de la invasión napoleónica comenzó un declive que finalizó en su abandono, en 1835, a causa de la Desamortización de Mendizábal.
A partir de ese momento y hasta finales del siglo XX sufrió un progresivo deterioro y se utilizó para fines muy diversos (desde cuartel hasta granero y caballeriza o, en los últimos años del siglo XX, aparcamiento) siempre alejados de su propósito inicial.
Afortunadamente, a principios del siglo XX se desmontó lo que quedaba del claustro que, tras peregrinar por Valladolid, acabó formando parte del Museo Nacional de Escultura.
Vista de la fachada principal de la antigua iglesia y los nuevos elementos que recuperan el volumen claustral
Finalmente, en el año 1999, el Ayuntamiento de Valladolid decidió recuperar el monumento otorgándole una nueva función que permitiese la recuperación de los elementos existentes y su mantenimiento, de forma que se proyectó la construcción del Archivo Histórico Municipal de Valladolid. Los arquitectos encargados de la redacción del proyecto fueron Primitivo González y Gabriel Gallegos.
Acceso directo al jardín arqueológico
La intervención recupera tanto los restos existentes como la estructura del antiguo convento para crear un conjunto de espacios interiores y exteriores que, además de permitir el nuevo uso, recuperen la memoria histórica del lugar. Podemos hablar por tanto de dos tipos de intervenciones, una que adapta y recupera el espacio interior de la iglesia y otra que retoma los espacios conventuales para crear un jardín arqueológico junto a la fachada sur.
La iglesia conservaba los altos muros de la nave principal y de las capillas. Todos ellos se han consolidado, reponiendo los lienzos y piezas perdidas, y forman parte de la organización del archivo. Así, la nave principal, diáfana, se convierte en una gran sala de uso público para la consulta de los fondos del archivo.
Bajo la nave se han construido dos sótanos que, dotados de sistemas de ventilación, mantenimiento de condiciones de climatización, impermeabilización y protección contra incendios, albergan los depósitos de documentos.
Capilla del lado norte o de la Epístola, que alberga la biblioteca
Vista de la nave central y biblioteca, desde las capillas del lado sur o del Evangelio
En las capillas laterales se ubican la biblioteca, en el lado norte, y los despachos y salas de trabajo, en el lado sur. En todos los casos, pero especialmente en el de la biblioteca, se han levantado estructuras auxiliares que evitan tocar la estructura de fábrica de la iglesia, buscando siempre el respeto por lo preexistente.
Vista de la nave central y biblioteca, desde las capillas del lado sur o del Evangelio
En el lado sur, conectando las capillas, se ha edificado un anexo de nueva planta, en el cual se encuentran espacios de trabajo y de intercambio pero que, principalmente, contiene las comunicaciones verticales.
Acceso por el lado sur del crucero
Fachada sur y jardín arqueológico
Junto al nuevo elemento y tras los trabajos arqueológicos realizados, se ha creado un espacio ajardinado en el cual se mantienen los elementos recuperados y la organización de los espacios claustrales. En las fachadas originales se pueden observar los puntos en los cuales las antiguas estructuras acometían en los muros.
Como elemento singular, se han recuperado las partes del claustro que se conservaban en el Museo Nacional de Escultura. Aunque puede parecer que su ubicación no es la original al estar situadas en altura, documentos fotográficos de época nos muestran que, en efecto, formaban parte de un segundo nivel (ver aquí). La contraposición con la nueva fachada le otorga un efecto simbólico y de representatividad, ya que se ha convertido en una imagen que puede verse desde bastante distancia y que es reconocible como parte de la ciudad, tanto moderna como recuperada.
Detalle de los restos del antiguo claustro
Salida desde el jardín arqueológico
Y finalizamos el recorrido donde lo empezamos, saliendo desde el jardín a la portada principal.
Como ya he dicho, ésta es una de las intervenciones más interesantes que he podido visitar, por su funcionalidad, por su sensibilidad hacia lo construido y por su valentía a la hora de acometer un reto tan importante y hacerlo desde un punto de vista contemporáneo. Espero que el recorrido os haya gustado y, sobre todo a los pucelanos (de nacimiento y de adopción), os anime a daros un paseo por allí. Siempre el directo es mejor que las imágenes.
* Todas las fotografías son obra del autor. En el caso de que alguien las quiera utilizar, adelante. Se agradecería en cualquier caso que se avisara con anterioridad y se nombrara al autor. Gracias.