El Negozio Olivetti en Venecia, de Carlo Scarpa

Escribía con gran acierto el maestro Bruno Zevi en su «Saber ver la Arquitectura» que lo que diferencia a ésta del resto de las Bellas Artes es el espacio, ya que sin él no existiría. Incluso afirma que el Partenón no es arquitectura, ya que no recoge un espacio interior. Bajo mi humilde punto de vista, si bien eso es cierto, la realidad es que aunque no defina un espacio habitable en su interior (sólo para un dios, pero por lo visto, para él ellos no cuentan), sí modifica y categoriza el espacio que le rodea, por lo que debe de ser considerado arquitectura.

Como curiosidad, si hacéis una búsqueda en la web de imágenes de portadas de distintas ediciones de este libro encontraréis que la de la editorial Poseidón muestra en la portada precisamente el Partenón, lo cual significa que no sólo no saben ver la arquitectura, sino que no se han leído el libro que publican (o no saben lo que es la lectura comprensiva)… y ni siquiera se han dado cuenta de que no es un templo dedicado a Poseidón.

Hablábamos del espacio como el leitmotiv de la arquitectura y la primera imagen que me viene a la mente es el Pantheon de Agripa en Roma, que es espacio en si mismo, un colosal y maravilloso espacio. Pero esta es sólo mi primera imagen, cada uno tendrá la suya, y hay ejemplos de todo tipo: la Catedral de Sevilla, el gran vestíbulo de la estación Grand Central en New York, la maravillosa iglesia de Sant’Andrea al Quirinale en Roma de Bernini, la Gran Sala de Polícromos de las cuevas de Altamira o la Galería de los Espejos de Versalles.

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Grand Central Station. New York.

Pero todos estos ejemplos tratan de espacios imponentes y magníficos que tienen un sentido representativo o espiritual, o ambos.

La reforma del Negozio Olivetti, proyectada por Carlo Scarpa y terminada en 1958, es una maravillosa muestra de cómo la gran arquitectura, la de los espacios trascendentes, también puede encontrarse en lugares pequeños y (aparentemente) vanales, como un establecimiento de venta de máquinas de escribir.

El lugar donde se encuentra, la plaza de San Marcos de Venecia, no es el más indicado para llamar la atención mediante artificios, ya que el público tiene edificios más «importantes» a los que atender. Millones de personas pasan cada año por delante de la tienda sin imaginar siquiera lo que tienen a su alcance. Pero es precisamente ésto lo que se pretende, la belleza natural de lo intrascendente, desde la humildad de quien sabe dónde se encuentra y qué se espera de él y desde el cuidado del detalle frente a la exuberancia.

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Soportal de la Plaza de san Marcos desde el interior.

Estamos hablando de un volumen de 21 metros de profundidad, 5 de anchura y 4 de altura aproximadamente. Un espacio realmente angosto en el que trabajar. Parece que sería necesario reducir los elementos volumétricos al mínimo y desplazarlos hacia las medianeras, y abrir toda la superficie de fachada a la plaza ¿verdad? En lugar de ello el proyectista opta por enfatizar el eje central colocando en él la impresionante escalera, que se convierte en el elemento más importante, y una escultura de grandes dimensiones de Alberto Viani, además de convertir el pilar central en un elemento principal, en lugar de tratar de esconderlo, y abrir sobre él la doble altura que comunica las dos plantas.

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Vista del eje central desde la planta primera, sobre la escalera.

El hueco central desplaza las comunicaciones y los pequeños espacios expositivos a los dos lados largos, totalmente cerrados al exterior. Esta disposición y el diseño de los elementos del pilar consiguen que los pasillos parezcan flotar, a pesar de su masividad. No trata simplemente de utilizar la estructura para su propósito, sino que la dignifica, separándola de los elementos que sustenta y dotándola de un diseño específico.

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Detalles del encuentro de la estructura vertical y horizontal.

En torno a este hueco, la planta superior es practicamente ciega al exterior. Ignora la plaza para volcarse al interior y para no distraer la mirada, en un gesto intimista. El día de la visita, tras la amenaza de «aqua alta» del día anterior, fue soleado y la plaza estaba llena de gente. En cambio, yo estuve más de media hora en el interior y me crucé con 4 o 5 personas (y os aseguro que no es tan grande como para perderse). Posiblemente esto, junto a la música suave, influyó en la percepción de esta atmósfera, como una burbuja de calma entre el ruido de los turistas.

La suave iluminación se consigue mediante elementos encastrados en las paredes con un vidrio traslúcido, verticales y horizontales y de dimensiones diferentes entre si, que caracterizan cada zona dependiendo de lo que se pretende mostrar (largos elementos horizontales sobre las colecciones de máquinas de escribir o franjas verticales en zonas de paso).

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 Vista de la planta superior

Las ventanas ovales que dan a la plaza se componen de marcos y celosías de madera de palisandro y teca y colocadas a media altura y alineadas con las luminarias de pared, de forma que no se trata de un elemento de contemplación del exterior, sino de iluminación y de diseño.

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Ventana a la plaza de San Marcos

La organización del espacio está, por tanto, ligada a la forma longitudinal y al vacío que la recorre, pero el elemento protagonista, desde el momento en que pones el pie en el interior, es la escalera. He desarrollado el post en sentido inverso al del recorrido habitual, de arriba a abajo, para que la imagen de la escalera no dejase de lado la importancia de la estructura o de la iluminación.

Está construida con piezas individuales de marmol, todas ellas diferentes, y, a pesar de su masividad, parecen flotar. Esta masividad y las formas angulosas la convierte en una imponente pieza escultórica. La escalera es, evidentemente, el núcleo de comunicación vertical, pero su tamaño y su presencia la transforman en la pieza más importante, en el foco de todo el espacio.

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Vista de la escalera y detalle.

La visita al Negozio Olivetti es una de las grandes olvidadas por el turismo que visita (o arrasa) la ciudad de Venecia. Por un lado es una pena que tanta gente ignore siquiera su existencia, pero por otro lado, ¿qué ocurriría si hubiese grandes colas para verlo, como en la basílica? ¿Os imagináis a la guía de un crucero, paraguas en alto, dirigiendo a un grupo de 50 señoronas rusas….? No, no, no….
Mejor que se quede como está. Si queréis visitarlo, con calma y en silencio, como si fuese un espacio de otra dimensión en el que todo va más lento frente a la vorágine del exterior… ¿o quizá realmente lo es?

Para saber más: http://www.negoziolivetti.it/

* Todas las fotografías son obra del autor. En el caso de que alguien las quiera utilizar, adelante. Se agradecería en cualquier caso que se avisara con anterioridad y se nombrara al autor. Gracias.

Cuatro iglesias históricas de Verona

Todo aquel que haya visitado cualquier ciudad italiana sabe que, vaya por donde vaya, se encontrará una iglesia, una catedral, un baptisterio o un campanile… o todo a la vez. A los españoles esto no nos sorprende, ya que estamos acostumbrados a ver iglesias en nuestras ciudades, y todos los pueblos, por pequeños que sean, tienen su iglesia, más o menos rica, más o menos bien conservada y más o menos grande (aunque lo habitual es que dentro quepa toda la población del municipio y sobre espacio).

Verona no es una excepción, por supuesto. La importancia de esta ciudad a partir de la época romana ha permitido la edificación continuada de todo tipo de templos (cristianos, a partir de la cristianización del Imperio Romano) y de los edificios anexos, por lo que la ciudad está plagada de edificios religiosos.

Con el fin de mantener y divulgar este patrimonio se creó la Associazione Chiese Vive, que propone un recorrido por las cuatro «Iglesias Históricas» de Verona. Por módico precio (6 € por la entrada en las cuatro me parece módico de verdad, sobre todo si se emplea en su restauración, mantenimiento y divulgación) es posible hacer un recorrido por siglos de arquitectura véneta. Y es que la historia de los cuatro edificios es la historia del desarrollo de la arquitectura religiosa desde los primeros templos paleocristianos hasta nuestros días.

Como podréis comprender, mi fuente de información sobre los acontecimientos históricos que originaron su construcción y todos lo avatares posteriores ha sido la documentación que la Associazione Chiese Vive pone al alcance del público. No pretende este post ser el resultado de un estudio en profundidad de cada uno de ellos, ya que muchos anteriormente lo han hecho, seguramente mejor de lo que lo podría hacer yo. Se trata simplemente de continuar con la labor de divulgación de esta Asociación, ya que entiendo que es un ejercicio que se debería hacer con todo el Patrimonio, de cualquier lugar del mundo, para despertar la inquietud, el interés o el amor incondicional por el Patrimonio Mundial, que es el de todos (Tranquilidad, cuando tenga oportunidad continuaré haciéndolo con el patrimonio español, igual que espero que algún italiano esté escribiendo un blog similar a éste sobre España).

Para entender los edificios en algunos casos no es suficiente con las fotos incluidas: el espacio es limitado y este no es un blog (sólo) de fotografía. Os recomiendo que paralelamente a la lectura visitéis mi albúm en Flickr, al que podéis acceder desde la columna de la derecha.

Comenzaremos el recorrido por la Basílica de San Zeno, cuyo origen se remonta al enterramiento paleocritiano de San Zeno, obispo de Verona a mediados del siglo IV. Diversos sucesos modificaron la estructura y la composición del conjunto hasta el levantamiento de la Basílica con la estructura actual a finales del siglo XI y durante todo el siglo XII.

El edificio tiene planta basilical de tres naves, que se muestran claramente en la armoniosa composición de la fachada, cuyos elementos más importantes son el pórtico, muy característico de la región del Véneto, y el gran rosetón central, de clara influencia gótica, ejecutado con posterioridad al conjunto de la Basílica y que supuso el levantamiento de la nave central.

El claustro adosado al templo es uno de los pocos restos, junto con la torre de la Abadía, del pasado monástico del conjunto.

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Basilica de San Zeno. Claustro

En la gran nave central destaca el orden alternado de estilizadas columnas y grandes pilastras compuestas sobre las que descargan los altos muros de la nave central y la magnífica cubierta artesonada de madera. Al fondo, rompiendo la caja que forma la canónica planta basilical, se levantó a finales del siglo XIV la Capilla Mayor, cubierta por bóvedas nervadas góticas profusamente decoradas, como es habitual en el gótico italiano al contrario que en el resto de Europa.

En el retablo se encuentra la Majestuosidad de la Virgen, de Andrea Mategna, una de las obras maestras de la pintura renacentista del noreste de Italia.

La iglesia cuenta con tres niveles: el nivel de acceso, que ocupa gran parte de las naves, el nivel superior, reservado en su día a la nobleza y el clero, y la cripta. Esta última data del siglo X y está levantada con elementos recuperados de edificios anteriores.

Tanto el interior como el exterior del edificio destacan por la sobriedad de sus formas, pero la utilización de los diferentes tipos de piedra y fábrica y el colorido aportado por la decoración,  aumentan la sensación de ligereza ya presente por la altura y la iluminación, más propias del gótico que del románico. Es de suponer que en un principio la iglesia fue bastante más oscura y que las modificaciones llevadas a cabo en los siglos XIII y XIV son las que la han dotado de su actual presencia, sobre el trazado basilical original.

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Basilica de San Zeno. Nave central

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Basilica de San Zeno. Bóveda sobre el Altar Mayor

Al igual que la Basílica de San Zeno, la Catedral de Santa María Matricolare se levanta sobre el emplazamiento de previo de lugares de culto romanos y paleocristianos. En realidad, podemos hablar de un auténtico conjunto catedralicio que incluye también a la Iglesia de San Giovanni in Fonte (el Baptisterio), la Iglesia de Santa Elena, el claustro de los Canónigos y la Biblioteca Capitular. La Catedral adquirió su configuración actual, de planta basilical con un gran ábside en cabecera, tras el terremoto de 1117.

Las tres naves que la forman están cubiertas por bóvedas de crucería sencilla. En la nave central, los arcos perpiaños ligeramente apuntados y la planta sensiblemente cuadrada de los tramos indican que los arcos diagonales deben tener una geometría muy cercana a la semicircunferencia. En el caso de las naves laterales, de gran altura, los tramos son claramente rectangulares, lo que explica la pronunciada forma apuntada de los perpiaños.

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Duomo de Verona. Nave principal

La profusa decoración interior data de los siglos XV y XVI, así como la construcción de las dos grandes capillas laterales, cubiertas ambas por cúpulas de planta oval sobre pechinas, adaptándose a la planta rectangular, propias de la arquitectura barroca de esa época.

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 Duomo de Verona. Cúpula barroca sobre la Capilla de la Virgen del Pueblo.

Del resto de los edificios que componen el conjunto merece una mención el Baptisterio de San Giovanni in Fonte. Construido a principios del siglo XII, está formado por tres sencillas naves separadas por sencillos arcos de medio punto y cubiertas por armaduras de madera. Como elemento estructural destaca la perfecta bóveda de fábrica del ábside, por su geometría y por la materialidad que le otorgan las hiladas de ladrillo que la forman.

En el centro de la nave principal se encuentra la gran pila bautismal, de forma octogonal y tallada en un solo bloque de mármol. Una joya de la escultura románica.

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Duomo de Verona. Interior del Baptisterio

La Iglesia de Santa Anastasia, como no podía ser de otra manera, se levanta sobre dos templos anteriores, uno dedicado también a Santa Anastasia y otro a San Remigio. Se trata de la Iglesia más grande Verona, comenzada a construir en la última década del siglo XIII y cuyas obras se prolongaron durante aproximadamente dos siglos, a pesar de lo cual nunca se finalizó, ya que la fachada permanece incompleta.

Se trata de un magnífico ejemplo del gótico italiano. Sus tres grandes naves están cubiertas por bóvedas de crucería atirantadas con los paños de plementería decorados con pinturas, sobre los que se marcan los nervios. De la misma manera los arcos perpiaños y formeros se encuentran decorados tanto en los alzados como en el intradós.

Este sistema de cobertura se apoya sobre grandes columnas lisas de marmol rojo, de forma que se asemeja a la bóveda de un bosque sobre los estilizados fustes de los árboles.

La iglesia cuenta con una importante colección de obras de arte, entre las que destaca el fresco San Jorge  y la Princesa, obra maestra de Pisanello.

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Iglesia de Santa Anastasia. Nave central

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Iglesia de Santa Anastasia. Bóveda sobre el crucero

A orillas del rio Adige se encuentra la Iglesia de San Fermo. La peculiaridad de este edificio es que, en realidad, contiene dos iglesias de estilo románico: la inferior, para la conservación de las reliquias de San Fermo y San Rústico, y la superior, para el culto y celebraciones habituales. Fueron levantadas entre los años 1065 y 1143, y la superior, que se puede visitar actualmente, se  reedificó a mediados del siglo XIII sobre los restos de la anterior.

Así, los absides laterales son románicos, restos probablemente de la primera iglesia, y el ábside central es gótico. Por su parte, el interior de la Iglesia superior se ha reformado con el paso del tiempo, añadiendo altares y capillas funerarias, en su mayor parte de estilo renacentista.

La continua sucesión de intervenciones y la demora en el tiempo de su construcción se refleja en la variación de los materiales empleados, muchos de ellos reutilizados.

Las bóvedas de los ábsides y las capillas laterales están decoradas con frescos, la mayor parte de ellos del siglo XIV con motivos típicos de la orden franciscana, que en esa época habitaba el monasterio al que pertenecía la iglesia. La cubierta de la única nave que forma la iglesia es un complicado artesonado de madera que forma una bóveda atirantada.

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Iglesia de San Fermo. Fachada

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Iglesia de San Fermo. Bóvedas sobre el ábside lateral

Estos cuatro grandes edificios forman un recorrido completo sobre la historia de la construcción religiosa de la ciudad de Verona, con los propias características dentro de la región del Véneto. Se trata de un conjunto muy heterogéneo, debido sobre todo al desarrollo de las construcciones durante largos periodos de tiempo, y entendidas como conjuntos y no como edificios individuales.

En todos los casos se puede observar una superposición de estilos que, si bien puede resultar extraña en algunos casos, forma conjuntos armónicos y bien solucionados (en casi todos los casos, aunque no todos). La idea de la convivencia de los estilos, aceptada con naturalidad cuando se trata de edificios históricos, se convierte en un tema complejo cuando se incluye la arquitectura contemporánea. Pero creo que no es el momento de desarrollarla, será objeto de otro post en el que comentaremos ejemplos de todas las épocas.

Si tenéis tiempo os aconsejo que, con las imagenes en la cabeza, visitéis algunas de las iglesias que, con toda seguridad, tenéis cerca. Os daréis cuente de las grandes diferencias que, sobre las mismas bases estilísticas, existen entre diferentes países (y entre regiones, por supuesto).

* Todas las fotografías son obra del autor. En el caso de que alguien las quiera utilizar, adelante. Se agradecería en cualquier caso que se avisara con anterioridad y se nombrara al autor. Gracias.